jueves, 2 de enero de 2014

MUERTA CON DOLIENTES



A esa mujer la reconoció un hombre que veía las noticias: “Es la que enterraron las putas la semana pasada” A esta otra también la enterraron ellas. No las misma mujeres sino otras, también putas y caritativas. Le hicieron un sepelio alegre. Hubo, sin embargo, una lágrima porque no faltó la mujer que cayó en cuenta de que a la difunta no le palpitaba un beso en la frente. Nadie le acarició una mano. Y nadie sollozó su nombre. La solidaridad no se estira hasta esos límites. Eso sí, le dijeron un no rotundo con algarabía y argumentos a la autoridad competente que le dio el bautizo póstumo y la llamó NN. Deliberaron: la bolerista, no por intérprete sino por amante de este género musical, propuso llamarla Virgen de medianoche. Otra,  Lory, propuso Bubulina. Les contó de una puta cuyos amantes, tres almirantes, le llenaban la tina con champaña y con ella se emborrachaban, entiéndase con la bebida, no con Bubulina, ella no se bebía a sí misma. Les explicó que no era cuento sino una película, un libro o ambos.  Pero  a las compañeras no les gustó.  Después de una amistosa deliberación la llamaron Calle, Calle dolida, calle perdida de tanto amar. En la lápida y con carmín escribieron  el nombre, rebelde, por encima de un tímido NN: Calle más Calle. Todo fue domingo ese martes. Incluido el bautizo que estos tienen sus días: fiestas de guardar y domingos. La dejaron descansando bajo una colcha de flores. A diferencia de la primera mujer, ninguna autoridad competente vino a exhumarla.