sábado, 19 de mayo de 2007

fragmento

"...¡Abran la puta puerta! Abrieron. Sí señor, ¿en qué le podemos servir?, dijo el dueño de casa, el corazón presiente pero el hombre no deja que se le note, hace parte de la vida ocultar los miedos, contener las reacciones, la de salir corriendo que es lo que debieron hacer. Y en estos casos está de repeso el agravante de la esperanza, terco sentimiento que se superpone a las corazonadas: te van a matar. Entonces la víctima, ya se dijo, escoge la peor alternativa, la de las torturas y luego la muerte cuando es más expedita la muerte, digamos, sin dolor, la que sucede si uno sale corriendo: unos balazos y ya. Quintero y yo lo hablamos a menudo, ya tenemos claridad al respecto, ojalá que en caso tal a uno no lo paralice el miedo y entonces lo arrastren como a un muñeco..."

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